¡QUE NO TE LA PEGUEN! FALSOS MITOS DEL VINO. PARTE 1.
- Vive Con Vino
- 6 feb 2021
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Los vinos tintos deber ser servidos y bebidos a temperatura ambiente.
Es verdad que los vinos tintos deben beberse a más temperatura que los vinos, blancos y espumosos. No obstante, una temperatura de mas de 20ºC afecta negativamente a los vinos, pues imagina beber un vino tinto a temperatura ambiente en una casa de Valencia en pleno verano, donde la temperatura supera los 35ºC e incluso los 40ºC.
El vino tinto debe consumirse, generalmente:
Joven: entre 12 y 15ºC. A más cuerpo habría que acercarse más a los 15ºC.
Vinos con más crianza: entre 16 y 18ºC.
No solo debemos fijarnos en la temperatura durante la primera copa ya que, el vino, también sube cuando la sacamos de la vinoteca y en habitaciones donde hace mucho calor aumenta rápidamente.
Por último, os exponemos un dato sobre la temperatura de la copa. Un cristal, a 28ºC, donde servimos un vino blanco a 8ºC, sube 3ºC en un minuto.
Los vinos tintos deben ser abiertos un tiempo antes para que respire.

Esta práctica es adecuada para vinos de larga guarda y que fueron conservados tumbados, ya que pueden desarrollar aromas defectuosos o pueden impedir la correcta evolución de estos. Entonces, si deberemos airearlos, pero no abriendo la botella. La superficie de aireación de la botella, de unos 3cm2 , es insuficiente y por eso hay que servirlo en un decantador, donde sí tendrá efecto.
Los vinos tintos mejoras con el tiempo.
Algunos vinos, con características específicas y guardados de manera correcta, sí tienen una evolución favorable en botella, pero no todos están hechos para este proceso. Es más, en la mayoría de vinos esta guarda es un enemigo brutal.
El vino más caro es mejor.
J. Robinson escribe en uno de sus libros: “Las botellas con mejor relación calidad-precio se venden entre 10 y 40€”. Explica que por debajo de este precio hay poco margen para los beneficios, y que puede significar vinos de menos calidad (aunque no siempre es así). Y que desembolsando más de 40€ hay riesgo de pagar por “ego, posicionamiento y caprichos de mercado”. Todo esto siempre atendiendo a la relación, antes mencionada, calidad-precio.
En un restaurante nos dan a probar el vino para ver si nos gusta o no.
Nos ofrecen una pequeña cantidad en la copa para poder comprobar que esta a una temperatura correcta y que no tiene ningún defecto grave como puede ser un olor a moho provocado por un corcho contaminado.
Jancis Robinson dice: “No tenemos derecho a negarnos a pagar una botella abierta porque no nos guste”.
¿Con cuantos de estos mitos te sientes identificado? Esto es solo el inicio de una larga saga que iremos publicando.
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